sábado, 23 de noviembre de 2013

OUIJA - I PARTE: ¿Cómo se inicia una sesión?

OUIJA
Texto: José Manuel Durán Martínez


Cuatro jóvenes de entre 13 y 17 años se sientan alrededor de una mesa. Sobre ésta des­cansa un misterioso tablero. Parece que van a jugar a algo, pero no. No se trata de un juego. Es extraño. Colocan un vaso invertido en el centro de ese enigmático tablero, donde aparecen dibujadas las letras del abecedario, los números del O al 9, las palabras «Sí», «NO», «HOLA» y «ADIÓS».
Los cuatro chicos cierran los ojos y colocan el dedo índice de la mano derecha sobre la superficie del vaso. Ahora, uno de ellos rasga las vestiduras del silencio con una tem­blorosa voz que delata la endeble seguridad que en esos precisos momentos posee:

¿estás aquí?
La intención de estos jóvenes puede resultar sorprendente, pero no es la primera vez que intentan algo parecido con resultados satisfactorios. Esta noche quieren volver a hablar con los espíritus, en concreto con «Vanesa», una amiga que tres meses antes se había suicidado.
Allí estaban reunidos, invocando su presencia, esperando que se manifestara a través de la tabla ouija.Como en otras ocasiones, tras la pregunta de uno de los chicos, el vaso cobra movimiento ante el estupor y la sorpresa de todos los presentes. ¡¡Inaudito!! ¡El contacto se ha producido!
El vaso se ha colocado sobre la palabra «S(» y después ha regresado al centro del tablero.

¿CÓMO TE LLAMAS? ¿ERES NUESTRA AMIGA VANESA?
La escena parece sacada de una película de terror porque el vaso, con espectacular velocidad, va moviéndose sobre el tablero, colocándose sobre diferentes letras, letras que van formando palabras concretas, palabras que se convierten sin duda en la res­puesta formulada: «Sí, SOY VUESTRA AMIGA VANESA».

Durante varios minutos se mantiene una conversación de ultratumba. El espíritu de Vanesa empuja el vaso alrededor del tablero para formar sus apellidos y la edad que tenía en el momento de suicidarse. La información que ofrece parece ser auténtica y, desde el más allá, Vanesa va saludando a sus amigos formando con las letras los nom­bres de todos y cada uno de ellos. Todos están emocionados y le dicen que la echan de menos. Uno de ellos se atreve a preguntar.

¿POR QUÉ TE QUITASTE LA VIDA?
Vanesa tarda en responder. Parece haberse marchado o tal vez la pregunta no le ha gustado; el vaso permanece inmóvil en el centro del tablero. Los chicos se miran unos a otros, no pronuncian palabra alguna. Pocos segundos después, el contacto parece proseguir. El vaso se va moviendo lentamente bajo los temblorosos dedos de los ado­lescentes. Recorre el tablero con una extrema lentitud. Poco a poco va adquiriendo velocidad; se va situando sobre las letras para ofrecer una respuesta a la pregunta for­mulada.
El espíritu de Vanesa afirma que ésta fue violada por su padre y un tío suyo en repe­tidas ocasiones, por lo que presa de la rabia y la desesperación, buscó la forma más trágica de librarse de aquel tormento: Se lanzó por la ventana de la habitación y su cuer­po se estrelló con el asfalto, perdiendo la vida en el acto.
Aquello no coincidía con la realidad. Vanesa se había cortado las venas, no se había tirado por la ventana y su padre había muerto al poco de nacer ella, por lo que la his­toria de abusos sexuales no podía ser cierta. Los chicos se despidieron y levantaron el dedo del vaso, dando por finalizada la sesión. Limpiaron la ouija con un trapo húmedo y soplaron tres veces en el interior del vaso, cumpliendo las estrictas normas que habí­an aprendido para evitar que el espíritu de Vanesa, o cualquier otro, quedara atrapado en el lugar.

— Pobre Vanesa -dijo uno de ellos. Lo debe estar pasando muy mal.
— Sí, mañana regresaremos para volver a hablar con ella.

Todos estaban de acuerdo. A pesar de que no había un solo dato que demostrara que en realidad habían mantenido contacto con su amiga fallecida, y mucho menos con los espíritus, no dudarían en seguir reuniéndose para conversar con los muertos. Ninguno de ellos quiso llevarse el vaso a casa por temor a agresiones invisibles de espí­ritus burlones y optaron por estrellarlo contra el suelo. Uno de ellos se llevó el tablero y lo guardó en el armario de los juguetes.
Los cuatro amigos estaban convencidos de que aquella noche, como tantas otras veces, habían dialogado de nuevo con los espíritus y, en concreto,con su amiga Vanesa, que había muerto meses antes. ¿Cómo era posible? Muy sencillo. El Tablero ouija, un instrumento mágico donde los haya y un simple vaso de cristal, eran los requisitos necesarios para adentrarse en el mundo invisible, donde los muertos pueden respon­der a las preguntas que se les formulan. Es tan fácil romper la frontera, quebrar el silen­cio de los espíritus...
¿Realmente estos chicos lograron hablar con el espíritu de su amiga? ¿Tan sencillo es ponerse en comunicación con los muertos?



 INTRODUCCIÓN .  

Hablar con los muertos es fácil. ¡Claro que es una locura pensar así!, ¿verdad? Al menos en principio... Nadie en su sano juicio es capaz de aceptar sin más la posibilidad de que aún podamos conversar con amigos y familiares que ya han cruzado el Umbral. Sin embargo, amigo lector, estoy convencido de que tú mismo te asombrarías si supieras la cantidad de personas que no solamente creen en esa posibilidad sino que, además, afirman mantener fluidos diálogos con los espíritus.Te sorprenderías más aún si supie­ras que todo el mundo puede comunicarse con el más allá, de hecho, son millones de personas, entre ellas miles de niños y adolescentes, que han coqueteado con el miste­rio, llamando al «otro lado» y, lo más curioso de todo, recibiendo respuestas.
No me he vuelto loco, en absoluto. Imagínate, amigo lector, que esta inquietante posibilidad es una realidad. ¡Sería fantástico! Volver a tener noticias de aquellos que ya se marcharon. Hablar de nuevo con nuestros padres y hermanos, con nuestros hijos y abuelos, tener la posibilidad de mantener una conversación con personajes históricos, del calibre de Cristóbal Colón, Mozart o incluso Juana de Arco.
Sí. Yo también pienso que todo esto parece una auténtica locura. Quizá lo sea, pero hay miles de personas repartidas en todo el mundo que aseguran haber encontrado un sistema para comunicarse con el más allá. Realizan sus sesiones de espiritismo a diario, sin grandes rituales, sin preparativos complicados ya que, apa­rentemente, existe una forma muy barata y sencilla de coquetear con el Otro Lado, donde los espíritus se presentan para responder a nuestras preguntas o para lanzar mensajes determinados.
Curiosamente, ese mismo «sistema de contactól es utilizado por otras personas para recibir supuestas comunicaciones de seres extraterrestres y aquí es donde quizá tus labios dibujen una pequeña sonrisa irónica. ¡No es para menos!
¿Cómo es posible que un mismo instrumento, una misma herramienta, puede ser­vir para permitir el diálogo con los espíritus y, también, para mantener largas conver­saciones con alienígenas? Está claro que el fenómeno no parece muy serio. Pero lo es.
Desgraciadamente, toda la seriedad que podría tener un fenómeno de esta enver­gadura, desaparece cuando toca el turno de presentar el utensilio a utilizar: la ouija.
Probablemente es la única experiencia considerada paranormal que ha trascendido la frontera de la parapsicología para colarse en la vida de personas ajenas por comple­to al mundo del ocultismo y que la utilizan con apasionamiento, deseosos de hacer preguntas a los espíritus porque, aunque no te lo creas, es muy raro que «ellos» no hagan acto de presencia durante las sesiones. Un leve empujón a un vaso de cristal y... ¡el contacto se ha producido! ¡Los muertos han hablado!
Sin grandes rituales. Sin preparativos complicados. De la forma más sencilla y vulgar. Una pregunta, una respuesta. El dialogo se produce. Nuestro mundo toma contacto con el más allá donde seres de ultratumba se manifiestan; o con los habitantes de otros planetas. Poco importa.
Sí. Una completa locura que.a tenor de la evidencia,funciona.Un simple tablero don­de están inscritas las letras del abecedario, los números del O al 9, las palabras «SÍ», «NO, «HOLA» Y «ADIÓS» y un vaso, son los elementos necesarios para echar por tierra cual­quier pensamiento racional o, al menos, eso es lo que aseguran los millones de usua­rios de este sistema, que si bien no es demostrativo de nada, funciona, porque el vaso se mueve, recorre la tabla colocándose sobre las letras que formarán la respuesta a nuestra pregunta. Sí. Funciona. El vaso se mueve. Los mensajes se reciben, pero... ¿cómo podemos estar seguros que son los espíritus quienes han acudido a nuestra lla­mada? ¿Debemos aceptar sin cuestionarlo que los extraterrestres también utilizan este sistema para mantener contacto con los humanos?
Puede parecer absurdo, y de hecho lo es, pero si aceptamos los resultados de las experiencias obtenidas por las personas que utilizan la ouija, debemos aceptar ambas alternativas. Sin embargo, no podemos estar seguros de que las respuestas procedan de los muertos y mucho menos de seres de otros planetas. Es más, me atrevo a asegu­rar que no existe ninguna prueba que lo demuestre.
Ni espíritus, ni extraterrestres, a pesar de que el vaso, a través de su fascinante movi­miento, se identifique como una persona fallecida. Sólo tenemos su mensaje, la res­puesta a una pregunta. No es suficiente para defender el contacto con los muertos. Pero este es un detalle que suelen pasar por alto los practicantes del tablero, quienes por lo general aceptan sin más la realidad del fenómeno, sin cuestionarse nada, pen­sando (y es un gran error) que los espíritus empujan el vaso para dialogar con los vivos.
Si esto ya de por sí resulta descabellado, todavía hay más, porque el tablero ouija no se limita solamente a ser un instrumento a través del cual se permite o facilita el diálogo con los muertos. A través de esta tabla, aparentemente inofensiva, se han recibido mensajes de «otras inteligencias» que se han identificado como duendes, gnomos, hadas, personas vivas, seres diabólicos, vampiros, hombres lobo y toda una fauna sin fin, lo cual no hace más que restarle importancia y seriedad a un fenómeno que, sin duda, .se convierte en un objeto de feria. Al menos, no me negarás que es un instrumento bas­tante original, ¿no?
El debate está servido. Mientras para muchos las sesiones con el tablero no son más que una broma de mal gusto y rechazan cualquier intervención paranormal y/o sobre­natural, otros están convencidos de su aplastante realidad.
Los escépticos tienden a pensar que siempre hay algún bromista en el grupo y que, por consiguiente, los mensajes recibidos son parte de la ocurrencia de uno de los presentes. Para otros, es la mente de los usuarios lo que se expresa durante las sesiones, pero la mayoría de los usuarios se toman al pie de la letra sus propias experiencias y en ellas, aparentemente, son los espíritus los que gozan de un privilegio absoluto.
El debate, hoy por hoy.es absurdo. La ouija funciona, de eso no queda ninguna duda, todavía nos queda desentrañar cuál es el origen de las respuestas y eso es algo que se pretende dilucidar en estas páginas porque.en contra de lo que podrías pensar.el autor está convencido de que los comunicantes que se presentan en estas pretendidas sesiones de espiritismo poco (o nada) tienen que ver con el mundo del más allá. No son espíritus, lo cual no resta importancia al fenómeno, al contrario y puedes estar de acuer­do o no conmigo, pero la ouija (conocida también como vasografía) es bastante más compleja.
Creamos o no en la realidad del fenómeno, en las inquietantes posibilidades que se presentan ante nosotros cuando decidimos colocar el dedo sobre el vaso, lo cierto es que miles de personas están convencidas de que es un sistema, como muchos otros, que les abre la puerta al «Otro Lado», donde el mundo de los espíritus se desnuda ante nuestros ojos.
Creamos o no en la realidad del fenómeno, en los oscuros secretos que oculta su práctica, lo cierto es que la ouija se utiliza cada vez más en ambientes jóvenes, donde niños y adolescentes ejecutan sus propias sesiones, convencidos de la autenticidad de sus experiencias.
Creamos o no en la realidad del fenómeno, lo cierto es que los propios investigado­res no tenemos una idea clara sobre la identidad de los comunicantes que se expresan a través del tablero, por lo que nos tenemos que mover en el terreno de las hipótesis, donde se encuentra la posibilidad de que, efectivamente, los espíritus o los extraterrestres acudan a nuestra llamada. Pero debe quedar claro que se trata de eso, una posibi­lidad y no una contundente realidad.
Creamos o no en la realidad del fenómeno, a pesar de que algunos se tomen a bro­ma estas historias y se burlen de aquellos que participan en una sesión, lo cierto es que existen muchas personas repartidas por todo el mundo que lo han pasado francamen­te mal por culpa de la ouija, al sufrir experiencias desagradables porque esta práctica no está exenta de ciertos riegos.
La práctica ouija se ha convertido en una moda entre los jóvenes, que suelen ser las personas más afectadas a la hora de sufrir las consecuencias de este Sistema de Contacto porque, al margen de su autenticidad, muchos niños y adultos han experi­mentado lo indecible por culpa de un tablero que puede trastornar al usuario.
Desde estas páginas no se aconseja el uso de la ouija, todo lo contrario, pero como más de un lector va a hacer caso omiso a estas indicaciones, al menos quiero ofrecer la información suficiente para que tus experiencias sean lo más simples y benévolas. Desgraciadamente uno de los principales peligros de este fenómeno es la poca infor­mación seria que existe, en cambio el interesado se podrá empapar de jugosos rumo­res, historias inventadas, hechos imposibles, normas absurdas y comentarios fuera de lugar. Espero haber logrado con esta obra cubrir esa carencia.
No existe un Manual Básico para el usuario de la ouija.es más, resultaría bastante com­plicado escribir uno porque a pesar de ser una práctica muy sencilla, hay cientos de for­mas diferentes para llevar a cabo una sesión.
El lector podrá encontrar en otros libros, pero sobre todo en Internet, diversidad de opiniones, consejos, pautas a seguir para protegerse de la influencia de los malos espí­ritus durante el desarrollo de una experiencia y ha llegado el momento de parar ese disparate. Lo que tienes en tus manos es la forma más directa, sencilla y real de llevar a cabo una sesión, donde se te enseñarán las cosas que no debes hacer; los principales errores que se cometen y varios consejos que de algún modo te ayudarán a estar infor­mado que es, en suma, lo que en realidad pretendo.
Espero que este viaje te agrade, que las páginas que vayas pasando te sean útiles y que conozcas un poco mejor el fascinante y loco mundo del «tablero maldito».Conoce el «Juego de los espíritus» donde, no lo olvides nunca, nada es lo que parece.



La sesión

El ser humano siempre ha intentado comunicarse con los muertos. El más allá ha sido un reto para el Hombre, que ha tratado de escudriñarlo... ¿Sin éxito?
Incluso tú, que tienes este libro en las manos, es posible que sientas interés por esa parcela del misterio; es más, quizá incluso has pensado alguna vez intentar buscar res­puestas de los espíritus realizando diversas experiencias que, supuestamente, permiten el diálogo. Es fácil o, al menos, lo parece.
A lo largo de los años se han descubierto e inventado gran cantidad de procedi­mientos para mantener una fluida comunicación con los muertos. De hecho, son muchas las personas que afirman que con un simple grabador podemos obtener las voces de los espíritus. Aunque pueda parecerte extraño e inaudito, millones de perso­nas están convencidas de que la vida continúa tras la muerte y considerando una rea­lidad ese más allá, ha de existir, por fuerza, algún sistema o mecanismo que una ambos mundos.Si la conexión se produce o no.dependerá de nuestras creencias y.sobre todo, del resultado de las experiencias.
Se cuentan muchas historias de personas muertas que se aparecen a sus familiares; de espíritus que se manifiestan en los lugares donde murieron o que se asoman en las fotografías; son muchos los relatos de fenómenos extraños dentro de ciertas casas, donde aparentemente una fuerza sobrenatural acarrea serios problemas a sus dueños; existen gran cantidad de casos donde supuestos espíritus juegan con la luz eléctrica, apagan o encienden a capricho aparatos eléctricos. Sí. Parece existir una realidad para­lela y es lógico que los amantes de los enigmas, los aventureros, busquen la forma más eficaz para comunicarse con ese mundo invisible.


La ouija es una forma para contactar con ellos. La experiencia con el tablero es rudi­mentaria, simple, mucho más que realizar una grabación para obtener voces del otro mundo; bastante más sencilla que intentar obtener una psicoimagen en la pantalla del televisor; más divertida que dejar que los espíritus guíen nuestra mano para que escri­ban mediante lo que se ha dado en llamar psicografía. El «tablero maldito» goza de
mayor popularidad, quizá por lo cómodo de su práctica pero sobre todo, por los resul­tados que se pueden obtener a través de un simple cartón con letras y un vaso.
No existe otra forma de contacto más fácil de ejecutar, lo que le ha permitido tras­cender las fronteras del misterio y adentrarse en los hogares de multitud de personas. Es tan habitual su uso que muchas series de televisión la han usado como recurso en sus tramas. No son necesarios grandes preparativos y al ser un sistema que casi siem­pre funciona (lo cual no quiere decir que el contacto con el más allá se haya produci­do) el usuario vuelve a utilizarlo una y otra vez.
Seguro que has visto en la televisión en alguna ocasión a famosos investigadores entrando en una casa encantada con un amplio equipo para poder constatar los fenó­menos paranormales que suceden en el lugar o, tal vez, hayas podido presenciar el des­pliegue de amantes de la investigación, como mis colegas del Grupo UFO que, con un alarde aparatos electrónicos, efectúan sus salidas a lugares «embrujados». Tal vez hayas sentido envidia cuando esos investigadores muestran en la televisión sus resultados: escalofriantes voces; fotografías extrañas; experiencias sobrenaturales...
Quizá añoras ser como ellos. Tal vez pienses que nunca podrás disponer de esos apa­ratos tan sofisticados pero, amigo mío, la ouija no necesita que te gastes un solo euro para obtener resultados aunque, claro, eso dependerá de ti.
Es posible que ya hayas usado alguna vez el tablero o que realmente tengas ganas de coquetear con lo invisible. ¿Es tu primera vez? No importa, si lo que deseas es apren­der a celebrar una sesión paso a paso y a corregir errores que puedas cometer, no dudes que voy a intentar ayudarte.

 

Contacto con los muertos
Más adelante trataré de convencerte de que no es recomendable aceptar a ciegas las comunicaciones que se reciben a través de la tabla y mucho menos creer a pie junti-llas en que los espíritus son quienes mueven el vaso y no otra cosa. Pero para este apar­tado, aceptemos que esa es la realidad: los muertos hablan. Empujan el vaso. Responderán a tus preguntas.
Bien. Ya tenemos una idea más o menos clara. La ouija sirve para comunicarnos con los muertos, al menos en principio.
Seguro que has oído muchas historias tenebrosas y dramáticas que les han ocurrido a los participantes en una sesión. Habrás leído algo sobre muertes y accidentes inexpli­cables que han acabado con la vida de alguno de ellos; seguro que recuerdas cómo alguien describía las impresionantes manifestaciones sobrenaturales que sucedieron durante sus sesiones. Todos te han dicho que es una práctica peligrosa, que es mejor no acercarse a estas cosas, que se mueven energías que desconocemos, que los espí­ritus se pueden quedar en el lugar donde se ha realizado la experiencia, desatando el caos paranormal en el menor de los casos o tomando posesión de tu cuerpo en el mayor de ellos.
Sí. Habrás leído o escuchado frases como «no es un juego», «es mejor no usarla nun­ca», «la ouija es muy peligrosa», «yo la usé y lo pasé muy mal», «ha muerto gente», «ten cuidado»... Olvídate de todo eso.
A pesar de que no se trata de un juego es lógico pensar así. Si aceptamos, como hacen la mayoría de los apasionados por el fenómeno, que es un instrumento que sir­ve para permitir el diálogo con los espíritus, ¿dónde está la posibilidad de verlo como una práctica lúdica? Una de las principales reglas que tienes que tener siempre presen­te a la hora de enfrentarte a la ouija es bien sencilla: no tengas miedo.
El autor de esta obra no recomienda el uso del tablero si se hace desde el descono­cimiento o cometiendo cualquiera de los errores fundamentales que se exponen en estas páginas, pero como prohibir algo es incitar a su uso, si finalmente decides utilizar la ouija (en realidad vas a hacer lo que realmente quieras) es preferible que partas des­de esa base: el miedo es el principal problema ante el que podemos enfrentarnos. Si

Tienes miedo es mejor que no pongas el dedo en el vaso. Si no lo tienes, quizá puedas disfrutar de una experiencia que, en ocasiones, puede ser peligrosa.
Existen muchas experiencias desagradables; gran cantidad de personas que lo han pasado francamente mal y que te aconsejarán que no te acerques al tablero, advirtién­dote de los graves peligros que acechan tras el mal denominado juego del vaso.
En realidad tienen razón. Un sistema que es capaz de rasgar la frontera que separa la vida de la muerte debe tener, como es lógico, ciertos inconvenientes. Además, por si no lo sabes, no todas las personas están preparadas para utilizarla. Sin embargo, sigo insis­tiendo en que no debes tener miedo. La mayoría de las veces no ocurre absolutamen­te nada a lo que temer y muchas veces, cuando la sesión resulta brusca y desagrada­ble, se debe a la mala actitud de aquellos que han colocado el dedo sobre el vaso. Con suficiente información como para entender el fenómeno y, sobre todo, los pies en el suelo para no divagar demasiado sobre estas cuestiones, no tiene por qué pasarte nada. Aún así, es tu decisión probar. Es muy posible que lo único que consigas sea sufrir una profunda decepción al no conseguir lo que pretendes porque, te lo digo de ante­mano, no lo conseguirás.
Hace muchos años que vengo recogiendo informaciones sobre el uso de la ouija entre los adolescentes. Uno de los últimos casos, dramático sin duda.es el que sucedió en Perú en abril de 2007, y que fue publicado así en httpS/www.trome.com:
—«Escalofriante. Un grupo de siete niñas y adolescentes de la Casa de Acogida 'Santa Lorena' de Tarapoto, se convulsionaban simultáneamente y pronunciaban un lenguaje extraño, después de haber invocado a espíritus malignos mediante-el juego de la 'ouija'. Se trata de menores cuyas edades oscilan entre los 12 y 17 años, quienes tuvieron que ser llevadas de emergen­cia hacia el hospital 'Felipe Arrióla',donde los médicos les diagnosticaron tras­tornos de trance. Los tutores y familiares de las niñas aún no pueden creer que haya sucedido esta extraña reacción, pues dicen que ellas tenían una fuerza sobrehumana cuando la policía trató de auxiliarlas».
Sí.Ya te lo he dicho. La ouija puede ser peligrosa. Casos como el que has leído se pro­ducen, quizá más veces de las que razonablemente podríamos esperar, pero esto no significa que sentarse frente a un tablero nos abra las puertas del infierno.
Muertes violentas, accidentes misteriosos, posesiones, locura, agresiones paranorma-les... siempre se habla de lo mismo pero, recuerda, no tengas miedo, estas cosas no
están a la orden del día. Lo más probable es que te aburras mucho durante tus sesio­nes; que el vaso no se mueva; que no obtengas respuesta alguna y, si pasa algo, lo habi­tual serán burlas y amenazas a las que no deberías hacer el menor caso.
Como ya te he dicho, no todos estamos preparados para coquetear con el más allá y sabes que tener miedo es uno de los principales obstáculos. Hacer las cosas mal incre­menta los riesgos, pero estar informado y saber en realidad qué tenemos entre manos, es una buena protección, probablemente la única recomendable.
Si finalmente has decidido realizar una experiencia de este tipo, debes tener en cuenta muchas cosas porque, aunque te parezca mentira, todo es importante. Es muy fácil lograr un contacto, el vaso va a moverse con cierta facilidad alrededor del tablero cuando pongas el dedo sobre el cristal, pero es conveniente que antes prepares el terreno. Los que han usado la ouija en numerosas ocasiones se creen grandes exper­tos en la materia y, la verdad sea dicha, la mayoría de ellos no tiene ni idea... En reali­dad no saben nada del fenómeno y cometen errores garrafales, precisamente esos que trato de evitar con la información que se ofrecen en estas páginas. Vamos a explicar paso a paso cómo hay que realizar una sesión, qué preguntas deben realizarse y, por supuesto, cómo finalizar la experiencia o, como les gusta decir a los adolescentes, «cerrar una ouija».

 

LOS PRIMEROS PASOS
Lo principal es saber con quién vas a realizar la experiencia.Tal vez hayas oído que una persona sola no puede usar la ouija, porque o bien no tiene fuerza suficiente o que es altamente peligroso. No es derto.Tú mismo puedes sentarte frente a un tablero y colo­car tu dedo sobre el vaso, entonces formulas preguntas y es muy posible que los «espí­ritus» contesten. Al principio tal vez cueste un poco, pero con esfuerzo y empeño todo surgirá. Ahora bien, si eres una persona sugestionable, miedosa o que tiene cierto res­peto por las sesiones espiritistas, que es lo más probable, debes saber que sí hay cierto riesgo al usarla en solitario:el usuario tiende a darle vueltas a la experiencia que ha teni­do y si ésta contiene mensajes dramáticos,amenazas o insultos.se suele pasar bastan­te mal y es muy aconsejable estar acompañado para hablar de otras cosas y distraerse. Pero como hemos dicho, resulta muy importante escoger a la gente adecuada para realizar la sesión, tan importante como el tablero a utilizar y,en menor medida, el lugar.

 

LOS COMPAÑEROS
Tres personas es el número ideal para que una sesión se convierta en una buena expe­riencia. Un cuarto debería anotar todas las preguntas y todas las respuestas que se pro­ducen, por si en otra ocasión el mismo «espíritu» vuelve a aparecer. Más personas acos­tumbran a entorpecer la reunión, no porque las «inteligencias» que se comunican se sientan turbadas y confusas sino porque cuanta más gente haya menor control se tie­ne sobre el grupo, por lo que hay que evitar que haya otras personas mirando, lo único que van a hacer es ruido e incomodar a los que se toman en serio la experiencia.
Esas tres o cuatro personas que hemos escogido deberán ser pues serias y que se tomen la sesión como lo que realmente es: un intento de comunicarse con el «otro lado» por lo que la frivolidad carece de invitación en esta materia. Pero tampoco debes tomarte las experiencias demasiado en serio; eso no significa que se pueda bromear o burlarse de todo lo que suceda, no, la idea es que se realice la sesión como si realmente fuéramos a conversar con los muertos pero sin que en realidad nos creamos los resultados, al menos no sin antes cuestionarlos. La objetividad es un buen aliado.
Muchos grupos experimentados acostumbran a llevar a amigos y curiosos para que presencien sus sesiones de espiritismo, con la idea de asombrarles y convencerles de la realidad del fenómeno. Craso error.
¿Para qué llevar a una persona que se burla de estas cosas o que no cree en ellas? Aunque el vaso se mueva y ofrezca respuestas, no vamos a convencerle de nada, por lo que si en el grupo estás con otras personas afines, que no tienen miedo, que se toman el fenómeno con seriedad, te evitarás muchos problemas.
Una vez has logrado eludir los comentarios jocosos, las posturas escépticas y las dudas sobre si «eres tú el que ha movido el vaso», «no, has sido tú», comenzamos ganando mucho.de ahí que nos reunamos con personas en las que confiemos plena­mente.
En contra de lo que hayas podido escuchar, no hace falta ningún médium para diri­gir la sesión de espiritismo, ni una persona que ya haya experimentado varias veces. Curiosamente, este tipo de gente suelen ser bastante fantasiosa y tiene la cabeza llena de pájaros. Muchos de ellos creen que el vaso sólo se mueve si su dedo está colocado en él, creyendo que tiene grandes amigos en el más allá. Nada más lejos de la realidad. Cualquier persona puede preparar un contacto de este tipo, aunque no se recomien­da el uso de la ouija a personas enfermas, depresivas, miedosas, con problemas de adicción al alcohol, drogas o desórdenes mentales.

 

EL TABLERO
Bueno, aquí tenemos un gran problema que, en realidad, resulta irrelevante. Con cual­quier ouija podemos obtener resultados satisfactorios y experiencias sorprendentes. A muchos les gusta usar una tabla que han podido conseguir en una tienda o bien a tra­vés de Internet. Hay muchísimos modelos. Si tienes la oportunidad de navegar por la red, te invito a que inviertas unos minutos utilizando cualquier buscador y te sorpren­derás de la cantidad de diseños que existen.Y es que, como en todo, el fenómeno oui­ja tiene también su parte de negocio. Asi, podemos encontrarnos con tableros con fotografías de gatos y que, supuestamente, protegerán a los usuarios. Otros, sin embar­go, contienen rostros diabólicos, fantasmas, espectros y son muy desagradables y nada recomendables; podrás encontrar tableros de diversos materiales, madera, cartón, papel y de los diseños más variopintos, incluso solamente con números para obtener por adelantado los resultados de la Lotería o bien cuijas fabricadas para intentar comu­nicarse con los ángeles.
Existen en el mercado tableros que contienen más información de la habitual, con frases como «pregunta mejor», «concéntrate», «fin de la comunicación», «estoy cansa­do», «prefiero no responder a esa pregunta» con lo cual se evita perder demasiado tiempo porque el vaso se coloca directamente en esa frase y no tiene que escribirla letra a letra. Aunque suelen ser buenos tableros, no es aconsejable para personas que se están iniciando en estas sesiones. Primero hay que aprender a andar, después ya caminaremos.
Otro de los tableros más corrientes es el denominado «ciego» porque contiene las letras del abecedario en un cierto desorden, como si esto sirviera para evitar el fraude consciente pero si, como dijimos, has escogido a personas de plena confianza que sabes que no van a intentar gastar una broma de mal gusto durante la experiencia, puedes usar la ouija tradicional.


Partimos de la base de que cualquier tablero puede servirnos para realizar una sesión e intentar recibir respuestas de los «espíritus»; en realidad da igual la forma de la tabla, si tiene luces o dibujos, si contiene frases distintas o símbolos esotéricos. El material tampoco es relevante aunque, claro, hay a quien le gusta llevar siempre una ouija lujo­sa y llamativa, pero no es algo necesario. Además, algunas personas gustan de romper el tablero después de cada sesión para evitar problemas con los «espíritus» por lo que es absurdo comprarte un tablero por 30 euros para destruirlo al día siguiente. Por esa razón, los jóvenes han ideado lo que podríamos llamar como «ouija casera», que no es más que un tablero dibujado en un papel. Así, en la actualidad, multitud de adolescentes practican «espiritismo» con un simple folio, sustituyendo además el vaso tradicional sobre el que se colocan los dedos o el master (una especie de arandela) por una mone­da grande. Puede parecer algo absurdo pero esta clase de «tableros» son tan eficaces como los que puedes encontrar en tiendas especializadas, lo que demuestra que uno de los tópicos más arraigados del fenómeno (aquél que nos dice que cada tablero vie­ne con su espíritu incorporado) es tan falso como casi todo lo que has podido leer o escuchar sobre la ouija. Con escribir solamente las letras y los números es suficiente; los jóvenes suelen añadir palabras como «cielo», «infierno», «muerte» y que son completa­mente innecesarias. ¿Por qué lo hacen? Muy sencillo. Existe una aureola de misterio y oscuridad que se cierne sobre el fenómeno, cubriéndolo con un aspecto morboso. Los adolescentes están convencidos de que a través de la tabla pueden asomarse espíritus de luz o espíritus de las sombras. Para identificarse, el vaso (o la moneda) se situará en la palabra «cielo» o «infierno». Habitualmente, si sucede el primer caso, la experiencia prosigue, pero si la moneda se ha detenido en la segunda palabra... se asustan y aban­donan la comunicación para intentarlo más tarde.
Bien. Tienes ya a tus compañeros de sesión y también un Tablero ouija. Personalmente me gusta utilizar un vaso aunque una arandela (como las que pueden
verse en las imágenes que contienen este trabajo) es bastante más ligera. En realidad no importa, debes elegir un objeto (y una moneda cumple perfectamente ese objeti­vo) de un tamaño determinado, para que no haya equívocos cuando al formular las preguntas se vaya situando sobre las letras del tablero y poder identificar sin error sobre cuál de ellas se ha detenido. Ahora nos toca elegir el lugar donde vamos a realizar la experiencia.

 

EL ESCENARIO
Hay quien piensa que la ouija sólo puede dar resultado en lugares relacionados con la muerte; por eso los usuarios acuden a sitios donde se han producido accidentes, suici­dios o asesinatos, incluso los más intrépidos saltan los muros del cementerio y se sien­tan sobre las tumbas, para facilitar el contacto.
No es necesario, en absoluto, escoger lugares misteriosos, apartados y oscuros, los cuales no harán otra cosa que convertir la sesión en algo siniestro. Cualquier lugar es válido, la experiencias puede dar resultado en cada escenario que puedas imaginar pero, tengamos en cuenta una cosa: supuestamente, vamos a intentar el contacto con los muertos así que un lugar poco transitado sería lo más adecuado.
Es habitual tener miedo de hacer una sesión de espiritismo en tu propia casa; de hecho muchos usuarios evitan por todos los medios este escenario, temerosos de que la ira de los espíritus se desate por la noche o que manifestaciones paranormales del calibre de los poltergeist, se desencadene en días posteriores. Por eso escogen cama­rotes, garajes, portales o, más comúnmente, lugares al aire libre. Si tú eres una de esas personas, no lo hagas en tu casa.
Dado que esta práctica está muy arraigada en el seno de los adolescentes, algunos de ellos (y te sorprendería saber cuántos) se encierran en sus colegios en aulas vacías para realizarla. Normalmente sus profesores y tutores no los pillan con las manos en la masa, pero a veces los chicos han tenido problemas en ese sentido. La práctica con la ouija es una experiencia mal vista por la sociedad y no es para menos, mucha gente se echaría las manos a la cabeza si supieran que sus hijos y alumnos son fanáticos de estas comunicaciones y prefieren obviar el problema mirando hacia otro lado; pero no alber­gues ninguna duda: esos alumnos, esos hijos, coquetean con el más allá a sus espaldas. Lo mejor es escoger lugares relativamente apartados, para adentrarse con absoluta tranquilidad en el mundo de los espíritus.Tal y como se ha dicho, cualquier lugar es bueno, aunque es aconsejable que haya poco ruido y soledad, no porque los espíritus así lo precisen sino para evitar ser molestados por curiosos o transeúntes. ¿Crees que es
buena idea usar la ouija en un portal y parar la experiencia cuando algún vecino baje a tirar la basura? Seamos un poco serios.
Curiosamente, gracias a los bulos y rumores que de boca en boca corren como la pólvora, hay personas que aseguran que las sesiones de espiritismo hay que hacerlas al aire libre para evitar que los espíritus se queden encerrados en el lugar de la experien­cia; otros sin embargo afirman que el escenario idóneo es una habitación a la que hay que abrirle todas las ventanas, para que corra el aire. Ninguna de las dos cosas son cier­tas. Insisto en ello. Cualquier lugar es bueno pero, seamos coherentes, si está lloviendo, ¿para qué mojarnos pudiendo estar en un sitio más resguardado? Si hace viento o tenemos mucho calor... ¿no es mejor estar en una casa donde quizá podemos beber un poco de agua o estar más tranquilos y relajados?
Hay quien piensa que la playa es uno de los escenarios fatídicos porque muchas per­sonas que han realizado una experiencia sobre la arena, junto a la orilla, han acabado rematadamente locos o han muerto durante la sesión. Es falso. La playa puede ser un escenario tan apto como otro cualquiera.
Una vez has escogido el lugar idóneo, tienes que tener en cuenta que necesitas tiempo. Es habitual que los jóvenes consulten a la ouija durante cinco minutos. Esto es absurdo. Si pensamos que este Sistema es una forma para rasgar las vestiduras de una frontera que nos separa del Otro Lado, lo que menos podemos hacer es dedicarle un poco de tiempo. No tienes que preparar una sesión durante semanas pero tampoco es buena idea decidir hacer una porque a ti y a tus amigos se os ha ocurrido de repente. Esos impulsos, tan habituales en la juventud, provocan experiencias tontas y sin senti­do; siempre será mejor tener paciencia que es, por cierto, una gran virtud.

 

LOS PREPARATIVOS
Las negras leyendas que revolotean sobre la ouija y el temor a que suceda algo trági­co durante las experiencias, obliga a mirar la tabla con cierto respeto y temor,de ahí que los propios usuarios hayan ideado una serie de pautas que deben realizarse antes de la sesión. Prácticamente hay tantas formas de preparar una experiencia como experimen­tadores, de donde se deduce que estas pautas en realidad tienen muy poco valor. En realidad se trata de rumores, habladurías que tratan de protegernos de una experien­cia negativa, eso sí, sin fundamento alguno.Tampoco es importante la hora, ya que se pueden obtener resultados tanto de día como de noche, lo que ocurre es que las sesio­nes nocturnas suelen asustar e impresionar más a las personas sugestionables; es igual que ver una película de terror, siempre se pasará «peor» si la vemos por la noche que a las cuatro de la tarde, con la luz del día entrando por la ventana.
Algunos adolescentes piensan que resulta necesario vestirse completamente de negro para realizar una sesión de espiritismo. Para ello se cambian de ropa y eligen pan­talones y camisas de colores oscuros, como si de un extraño ritual se tratara. Otros sin embargo piensan todo lo contrario y eligen ropas claras y con la ¡dea de «no pensar en negro», aunque nunca he tenido claro qué quieren decir con esto, pero entiendo que se refieren a no pensar en nada negativo. El caso es que estas tonterías no hacen más que arruinar lo poco de sensato que se ha escrito sobre la ouija.
Todavía hoy, aunque pueda parecer absurdo, hay quien se acerca al tablero con un objeto punzante, como un tenedor o cuchillo, para sentirse seguros y protegerse de los espíritus diabólicos. No deja de ser una estupidez y es aconsejable no llevar nada pare­cido para evitar accidentes: una persona asustada o desequilibrada puede hacer locu­ras en un estado alterado.


Otros prefieren protegerse con crucifijos, y los colocan junto al tablero, para evitar acabar poseídos o influenciados por el mal. Se han dado casos en los que los partici­pantes han llevado a la experiencia un vaso lleno de agua bendita; otros se han provo­cado un pequeño corte en sus brazos para depositar tres gotas de sangre de cada uno d* ellos para manchar el vaso, requisito que creen indispensable para iniciar el contac­to. Semejantes barbaridades pueden provocar situaciones embarazosas.
Hay quien se quita los colgantes del cuello; creo que todos hemos escuchado algu­na vez, o visto en películas y series de terror, que alguno de los participantes acaba ahogado con la cadena de su propia medalla. No hay que asustarse, la ouija no tiene ese poder. Nunca lo tuvo.
Lo mejor es sentarse alrededor del tablero, en una posición cómoda. Recordemos que vamos a estar bastante tiempo hablando con los espíritus, es mejor adoptar una postura relajada.
Una de las prácticas habituales entre los usuarios más jóvenes, es rodearse por un cír­culo de sal o azufre, con la única intención de protegerse del Mal. Así, tanto la ouija como todos los participantes estarían dentro de ese amplio círculo.Otros, sin embargo, prefieren recitar una oración de protección o bien pedirle a Dios que les conceda el contacto y los proteja de cualquier adversidad.


Habrás oído que es necesario encender velas de determinados colores, sobre todo blancas para atraer espíritus de luz,es decir,espíritus buenos,evitando así que se cuelen seres del Bajo Astral (?),espíritus malos o burlones.Otros prefieren purificar el ambiente quemando incienso, otorgando así a la experiencia un carácter más esotérico y miste­rioso, acorde en definitiva con las pretensiones que se buscan durante la sesión.
Todos estos preparativos en realidad no son necesarios, pero puedes realizarlos con total libertad si piensas que de esta forma vas a estar protegido. La actitud mental es de vital importancia en estas experiencias y es mejor que hagas alguna de estas cosas si estás convencido de que te irá bien. Como efecto placebo es posible que  funcione, pero no tiene mayor importancia.
La práctica con la ouija es algo que va por modas. Los jóvenes pueden estar meses sin utilizarla hasta que se desata la tormenta y entonces, todos los apasionados corren despavoridos a comprarse una o, mejor aún, crearse una con un simple folio en blanco y, después, inician sus contactos. Al cabo de unos meses todo se va quedando en el olvi­do hasta que, en una futura ocasión, vuelva a suceder algo que pone en marcha de nuevo el mecanismo de traer de actualidad estas sesiones: una película, una serie de televisión, un programa de radio...
Durante mucho tiempo, en una de esas modas pasajeras, en diferentes localidades del País Vasco, los numerosos grupos de niños y adolescentes que se acercaban «a Jugar» con la ouija, adquirieron una peculiar y extraña costumbre: se cogían de las manos y, todos a la vez, comenzaban a contar de sesenta para abajo, hasta llegar al cero; después colocaban el dedo sobre la moneda e iniciaban las conversaciones. A conti­nuación la moneda se movía.
Lo habitual es, sin duda, agarrarse las manos y cerrar los ojos, para que todas las personas involucradas en la experiencia puedan concentrarse. Minutos después, se establece la comunicación.
Si, por ejemplo, quieres comunicarte con una persona en concreto, un amigo o fami­liar ya fallecido, puedes llevar una fotografía u objeto personal, lo que sin duda no va a garantizar el éxito de la sesión, sobre todo, tal y como se explica más adelante, cuando descubras que «ellos» no son quienes dicen ser.
No hace falta tanta parafernalia, ni siquiera depositar la ouija sobre un trozo de tela negra. Agarrarse las manos creando un vínculo entre todos los presentes quizá da un carácter serio a una experiencia que poco a poco se convertirá en algo intrascendente.
Tampoco es necesario, aunque sí habitual -sobre todo entre usuarios adultos-, adornar el lugar con flores y música relajante. Lo mejor que puedes hacer, siempre según mi expe­riencia, es sentarte junto a tus amigos alrededor de la ouija y, tras colocar la moneda o el vaso sobre el centro del tablero, depositar suavemente el dedo índice de la mano dere­cha sobre su superficie. Con esto es más que suficiente. Siempre será bueno, en minutos previos a este paso, hablar del fenómeno, de las cosas que se quieren lograr, de lo que piensas sobre este tema, con la idea de crear ambiente antes de entrar en materia.
Sí te recomiendo, sin embargo, que no fumes ni bebas durante la experiencia, pero no porque estas acciones constituyan un impedimento para una buena obtención de resultados satisfactorios sino porque, en principio, estamos realizando una sesión de espiritismo o, cuando menos, formamos parte de una experiencia pretendidamente paranormal por lo que es mejor no distraerse.
Recuerda: te sientas junto a tus amigos y colocas el tablero en el centro. Pones el dedo sobre el vaso. Siempre habrás escuchado que debe ser el dedo índice de la mano derecha, pero no es algo obligatorio ni necesario para una buena recepción de res­puestas. Si lo piensas bien.es lo más cómodo pero cada uno puede usar el que quiera. Durante la experiencia es muy posible que el vaso o la moneda de vueltas alrededor de la ouija a gran velocidad, lo que provocará que tú o algunos de tus amigos pierda el contacto con el vaso o la moneda No pasa nada. Quizá has oído que «bajo ningún con­cepto debes levantar la mano hasta que la sesión finalice» porque eso traerá conse­cuencias desagradables, pero hacerlo no supone una acción tan grave como quizá puedas imaginar. Basta con colocarlo de nuevo y seguir con la experiencia. Verás que a veces el vaso sigue moviéndose aunque uno de los dedos se haya descolgado, en otras ocasiones se parará o perderá velocidad, depende de cuántas experiencias hayan rea­lizado los participantes.



LAS PREGUNTAS
Si algo mágico tiene la ouija es que ofrece respuestas casi a cualquier pregunta que le quieras formular. Puedes comprobarlo por ti mismo. Algunos lo llaman «el telégrafo de los muertos», aunque personalmente no me agrada tan escabrosa definición. Pero es cierto. A través de esta simple tabla, aparentemente los «espíritus» responden a nuestras inquietudes. ¿Y qué podemos preguntar al tablero? Cualquier cosa, aunque hay algunos interrogantes que no deberían formularse jamás.
Cuando un grupo de amigos se reúne para practicar la ouija, lo hace casi sin haber preparado nada y siempre es aconsejable tener un pequeño guión.Si puedes,anota en
un papel algunas preguntas previas sobre las que basarte si logras que el vaso o la moneda se desplace por el tablero. Es posible que ese movimiento al principio sea muy lento y acabarás aburriéndote en las primeras sesiones. Si tienes paciencia, lograrás que con el tiempo, las respuestas sean fluidas y constantes. Recuerda que es muy raro que tú y tus amigos obtengáis un rotundo éxito nada más colocar el dedo sobre el vaso si •ntes nunca habéis usado la ouija.
Hay que empezar poco a poco. Al principio el vaso parece recorrer el tablero con timidez y a medida que van pasando los minutos (o las sesiones, en el peor de los casos) la soltura es mayor, por lo que es prudente comenzar con preguntas cuya res­puesta sea un simple «SI» o un «NO» o bien un número. Ya habrá tiempo para interro­gantes más complejos.
Personalmente soy partidario de que los usuarios esperen a que el vaso o la mone­da cobre movimiento. Puedes permanecer algunos minutos junto a tus amigos, en silencio,con el dedo colocado sobre el cristal, en el centro de la ouija. No tardará mucho en cobrar movimiento. Sin embargo.quizá prefieras llevar la voz cantante desde el prin­cipio y aquí es donde debes tener en cuenta otro detalle importante: En contra de lo que has podido leer u oír,cualquiera de los participantes puede formular preguntas,sin que ello signifique anular la imagen del médium del grupo, imagen que,como se expli­co más atrás, no es necesaria.
La pregunta típica, la que rasga el silencio y provoca un nudo en la garganta en todos y cada uno de los presentes, es la archiconocida «¿Hay alguien ahí?» Lentamente, el vaso cobra movimiento y se coloca sobre el «Sí» para regresar de nuevo al centro del tablero. El contacto se ha iniciado.
A partir de aquí, todo debería ser bastante sencillo. «¿Quién eres?», «¿Qué edad tie­nes?» «¿Dónde te encuentras?», preguntas normales, sin gran trascendencia. No hay que involucrarse personalmente con la propia experiencia, así que evitemos formular Interrogantes como «¿Conoces a los que estamos aquí?», «¿Te molesta alguno de los presentes?»
Los grandes expertos en la materia (irónicamente hablando) aseguran que lo prime­ro que hay que hacer es preguntar algo parecido a: «¿Eres un espíritu de luz o de las lombras?», «¿eres bueno?», «¿eres un espíritu burlón? Si hemos establecido contacto con un «ser de las sombras» o bien con un espíritu burlón o maligno, ¡debemos quitar Inmediatamente el dedo del vaso y abandonar la experiencia! Pero si el «espíritu» te ha dicho que es «de la luz» o, lo que es lo mismo, que es bueno, no te preocupes, todo sal­drá sobre ruedas. Pero,¿quién te dice que la ouija no te ha mentido? Los grandes enten-
didos aseguran que esas preguntas son vitales y que ningún espíritu puede mentir jamás a cualquiera de esos interrogantes. Bueno, si se quedan tranquilos con semejan­te disparate, no les quitaremos el sueño.
Una buena pregunta es, por ejemplo, «¿Quieres comunicarnos algo?». Por norma general, los «espíritus de la ouija» (signifique esto lo que signifique) siempre tienen ganas de hablar y es muy posible que obtengas amplias respuestas que sin duda te sorprenderán.
Desgraciadamente, y todavía no está claro el motivo, las tertulias con la ouija en gru­pos inexpertos o noveles, suelen ser bastante aburridas y siempre tienden a acabar con unos participantes desanimados, que esperaban más de lo que han conseguido en una experiencia que debería haber sido trascendental. Esta es la realidad del fenóme­no. El aburrimiento suele ser una constante y para conseguir resultados medianamen­te satisfactorios hay que tener paciencia y perseverancia.

 

Preguntas no recomendables
La mayoría de los adolescentes, cuando se reúnen para realizar una sesión de espiritis­mo son bastante predecibles ya que siempre suelen formular los mismos interrogan­tes: «¿Aprobaré el examen?», «¿Me pillarán si falto a clase?», «¿Le gusto a Rebeca?», «¿Puedes decirnos qué preguntas saldrán en el examen de Ciencias?». Estas son sus inquietudes y salen bien servidos porque las respuestas no dejan de producirse. Habitualmente los «maquiavélicos espíritus» les contestan que no hace falta que estu­dien porque van a aprobar el examen; después vienen las sorpresas. Rara vez la respues­ta sorprende tanto como la que recibieron un grupo de jóvenes: «No os voy a facilitar las preguntas del examen. Tenéis que estudiar».
Predominan sin duda las cuestiones sobre el amor, y chicos y chicas piden consejos a los «espíritus» para que les indiquen el camino a seguir para conquistar sus sueños. También son habituales las preguntas relativas al futuro o sobre el más allá y en este último punto sucede una cosa muy curiosa. Habitualmente la ouija usa mucho su imaginación para narrar historias, inventarse cuentos y asombrar con respuestas sorpren­dentes, pero cuando a alguien se le ocurre pedir que describan el lugar donde se encuentran, tienden a eludir la respuesta, permaneciendo en silencio o cambiando de tema. La insistencia de los participantes suele dar como resultado frases como «ya lo verás», «no tengas prisa por saberlo», o la intrigante «no me está permitido hablar de ello». Siguiendo las pautas habituales en otras experiencias, lo lógico sería que las res­puestas fueran exhaustivas, no exentas de una desbordante imaginación. Pero es aquí, en esta parte, cuando la ouija se queda completamente sin lógica. ¿Cómo es posible que un espíritu nos cuente historias fantásticas de duendes y hombres lobo, o nos reve­le sorprendentes hallazgos bajo la Gran Pirámide y no sea capaz de describir o hablar del lugar donde se encuentra? ¿Por qué no quieren hablar del más allá?
Siguiendo con las preguntas que los adolescentes formulan en muchas de sus sesio­nes, nos encontramos con terribles interrogantes que nunca, bajo ningún concepto, deberían realizarse. Si estás en un grupo realizando una experiencia y uno de tus compañeros prenuncia en alto cualquiera de las preguntas que vas a leer a continuación, te aconsejo que levantes el dedo del vaso o la moneda y pares la sesión.

— «¿Cuándo voy a morir?»
— «¿Morirá pronto uno de nosotros?»
— «¿Hay alguien aquí que te moleste?»
— «¿Voy a ser violada alguna vez en mi vida?»

Desgraciadamente este es uno de los errores más graves que podemos cometer y que de hecho se cometen porque, aunque pueda parecer extraño, a estas preguntas la ouija tiende a facilitar respuestas que dejan impactados a los asistentes a la sesión. Responde «sí», y lo hace para asustar:
— «Morirás a los quince años», «Sí, vas a ser violada a los 19», «Uno de vosotros morirá la semana que viene, pero no os diré quién es».
Curiosamente, suele quedar poco tiempo para que estas pretendidas profecías se cumplan, apenas una o dos semanas, lo que provoca que el afectado (la persona que, por ejemplo, va a morir al cumplir los 15 años) lo pase francamente mal. No sería la pri­mera vez que el chico o la chica se queda encerrado en su casa, no queriendo salir a la calle para evitar que se produzca un accidente. Cuando llega la fecha y comprueba que sigue vivo, entonces brotan los gritos de júbilo. Por tanto, es mejor no preguntar estas cosas, porque la ouija, los espíritus, o lo que se esconda tras ella, suele usar las respues­tas para asustar y hacer daño.
Habitualmente los «espíritus», cuando nos hablan del futuro, suelen errar bastante, por lo que es absurdo (pero inevitable) preguntar por el número de la Lotería, la Bonoloto o los resultados de la quiniela. En el mejor de los casos, te ofrecerá respuestas, y si eres inteligente compra otro boleto o rellena otras casillas. A veces las respuestas sorprenden,y ellos te dicen: «No seas listillo».
¿hablan en otro lenguaje?
Sería muy interesante lograr contactar con el «espíritu» de un hombre francés o alemán y que, por ejemplo, sus respuestas vinieran escritas en ese idioma. Si ninguno de los par­ticipantes a la experiencia tiene nociones sobre estas lenguas, la importancia del «con­tacto» sería brutal, pero estos relevantes detalles no suelen producirse o, al menos, muy rara vez. Pero no me estoy refiriendo precisamente a esto cuando menciono el interro­gante de si hablan en otro lenguaje.
Hace mucho tiempo conocí a una chica que solía usar muy a menudo el tablero. Como suele ser habitual en estos casos, sus amistades la conocían por su afición a «hablar con los muertos». De hecho, muchos amigos suyos quisieron realizar una sesión de espiritismo porque, según decían, era una gran experta. Ninguno de ellos salía des­ilusionado. ¡Era cierto! ¡El vaso se movía! Si ella quitaba el dedo lo hacía más lentamen­te, si lo volvía a poner la velocidad era desquiciante. Estos detalles, tanto en este caso
Como en muchos otros, hace pensar a estas personas que son unos elegidos, que tie­nes capacidades mediúmnicas, un poder o energía especial. El caso es que a nuestra amiga le pasaba lo que suele ocurrir habitualmente en una sesión ouija durante las respuestas. Veamos un ejemplo real:

— ¿Estás aquí? Sí.
—¿Cómo te llamas? SHEILA.
—¿Quieres comunicarnos algo? SOY LA AMIGHSDSA DJE CAJHRMEN.
— Perdona, no te entiendo, ¿puedes repetirlo? SI.
— Por favor, ¡repítelo! SOY LA AGCBASAS SDBB XIRMNG.
— ¿Estás hablando en un idioma distinto? Sí.
—¿Cuál? EL DE LOS ESPÍRITUS.
Frases inacabadas o inconexas; palabras que no terminan y que acaban formando un galimatías sin ningún sentido. Estas respuestas son muy comunes durante la sesión y no se debe, en absoluto, a que los «espíritus» estén usando un código o lenguaje cifra­do. Muchos adolescentes, incluso personas mayores con afán de investigación, han acabado aburriéndose ante tamaña tontería, porque lo que en realidad pasa es que, por mucho que le duela a aquella chica que conocí y a otros muchos que están convenci­dos de que son unos elegidos, el vaso va colocándose sin ton ni son sobre las letras, sin responder coherentemente a las preguntas formuladas. Si sucede esto, lo más aconsejable es que abandonemos la experiencia y lo dejemos para otro día, porque no vamos a obtener nada en claro.
Otra de las cosas habituales que pueden ocurrirte durante una de tus experiencias y que, una vez más, convertirán la sesión en una auténtica pérdida de tiempo, es que al formular las preguntas, el vaso vague sin rumbo por el tablero, dando vueltas una y otra vez a mayor o menor velocidad, sin depositarse en ninguna de las letras. Algunos piensan o creen que el «espíritu» está perdido pero es mejor acabar la experiencia y posponerla para otro día o bien, dejar pasar varios minutos antes de volver a intentarlo de nuevo.
Entre otras curiosidades que pueden surgir durante tu experiencia,y que no harán otra cosa que empañar los resultados, es que el vaso o la moneda quiera salirse del tablero. Ocurre muchas veces. Es una de las cosas absurdas que tiene esta práctica. Sin razón aparente el master sale de la tabla o va recorriendo los bordes hasta lograr pasar
A la mesa o el suelo, dependiendo donde hayamos colocado la ouija. Basta cogerlo y llevarlo nuevamente al centro del tablero. Si vuelve a repetirse la «jugarreta» (algunos creen que se trata de «espíritus burlones y traviesos») es mejor dejarlo para otro día, al igual que s¡,sin razón aparente, el vaso sólo responde Sí y NO o su movimiento es eter­namente lento.
A causa de este extraño comportamiento, es recomendable que nunca hagas una sesión de espiritismo para convencer a tus amigos de la realidad del fenómeno, porque es muy posible que hagas el ridículo más espantoso. En el peor de los casos te ocurri­rán cosas como las que acabas de leer y, en el mejor, el vaso se moverá a gran veloci­dad y ofrecerá respuestas largas y concisas pero... ¡tus amigos creerán que lo estás moviendo tú! Y no podrás convencerles de lo contrario.



«QUIERO ALGO MAS QUE VER MOVERSE LA MONEDA».
La gran mayoría de niños y adolescentes no se conforman con la experiencia en sí. De hecho realizan la sesión con la esperanza de sufrir en sus propias carnes emociones fuertes, tales como ver un fantasma, presenciar movimiento de objetos o escuchar cosas imposibles, e intentan provocar estos efectos. Cuando el contacto se ha produci­do, cansados de preguntas y respuestas, los jóvenes piden al «espíritu» si puede apare­cerse de inmediato a lo que la tabla responde, como no podía ser de otra manera, afir­mativamente. En ese momento el vaso permanece inmóvil, para muchos no es más que un reflejo del esfuerzo que está haciendo la entidad para provocar su aparición. Cansados de esperar, los jóvenes vuelven a pedirlo y el vaso se detiene otra vez, como si nadie invisible estuviera allí. En otras ocasiones, los participantes piden de viva voz que provoque algún fenómeno paranormal como, por ejemplo, que estalle una bom­billa, se abra una puerta, se encienda la luz... El «espíritu» dice ser capaz de hacerlo y parece concentrarse, pero nada sucede.
Quizá por ese motivo, la juventud demuestra su valentía tratando de hacer enfadar a los espíritus y meten cigarros o porros dentro del vaso o los dejan junto a la moneda, pidiendo a la entidad que lo consuma. No sucede. Me he encontrado con gran canti­dad de jóvenes que han insultado gravemente a los comunicantes esperando recibir una reacción sobrenatural por parte de ellos. Evidentemente, no es la actitud más inte­ligente. Está claro que no vamos a realizar una sesión de espiritismo con afán de inves­tigación, ¿verdad? Pero es absurdo comportarnos estúpidamente en mitad de una experiencia que muchos consideran paranormal y que, no está de más decirlo, nadie ha podido explicar totalmente.
Un consejo: no pidas pruebas de la realidad del contacto, salvo datos que pue­das obtener en las respuestas facilitadas, y que puedas comprobar en días posteriores. Todo lo demás sobra, sólo te traerá preocupaciones, problemas y quebra­deros de cabeza.
Durante una experiencia o sesión de espiritismo, rara vez ocurre algo más que el simple pero atractivo movimiento de la moneda, que recorre una y otra vez el tablero, ofreciendo respuestas más o menos precisas. No importa que hagas rabiar A los «espíritus», éstos parecen incapaces de producir fenómenos extraordinarios, por muchas historias que te hayan contado. Es evidente que en ocasiones sí ocu­rren manifestaciones extrañas, recordemos que estamos hablando de una expe­riencia paranormal donde la mente de los participantes goza de un papel prota­gonista, pero no es lo habitual. Al contrario, las sesiones en las que suceden cosas extrañas son bastante raras, a no ser que confundamos sucesos normales y corrientes y los etiquetemos como sobrenaturales. Algo que, por cierto, es muy habitual.



La puerta de la rioja
Voy a poner un pequeño ejemplo al que personalmente tengo mucho cariño porque iutedió apenas una hora antes de que ofreciera una ponencia precisamente sobre este tema, por invitación expresa de mi amigo Joseba Orraca.
Ocurrió el 29 de abril de 2006, durante el II Congreso de Ufología y Parapsicología ciudad de Calahorra, organizado por el Grupo UFO. La investigadora Charo Lozano ¡ni­eto su conferencia sobre «Pueblos Malditos». Yo iba a intervenir después, el tema elegi­do precisamente era el de la ouija y mientras escuchaba las palabras de nuestra amiga repasaba en mi cabeza el guión que tenía preparado, pero como siempre, ocurrió algo, un pequeño detalle, que me hizo sonreír.
hi realidad ocurrió tres veces y yo, disimuladamente, me frotaba las manos. Una de Iti puertas que teníamos a nuestra izquierda se había abierto lentamente a causa de Una Inesperada ráfaga de aire procedente del exterior. Como he indicado, sucedió tres veces, interrumpiendo la charla de Charo, pero nadie hizo comentario alguno al respec­to, Durante mi turno, yo sí lo hice. Mi conferencia estaba destinada a hablar claro, muy claro, del fenómeno ouija y la puerta me brindaba una oportunidad de oro, no podía desaprovecharla.
En un momento de mi intervención la señalé y comenté que si eso hubiera ocurri­do durante una sesión de «espiritismo», con toda probabilidad los usuarios habrían pensado que la fuerza de los espíritus (o cualquier otra manifestación paranormal) la había empujado. Es el típico error.
Muchos fenómenos y situaciones completamente normales cobran un protagonis­mo sobrenatural y desmedido durante las experiencias con la ouija, la imaginación de los presentes hace el resto.
Muy pocos son los que intentan encontrar una explicación y menor es el número de los que optan por restarle importancia a estos incidentes.
La puerta se abrió y nadie dijo nada. Si hubiera ocurrido otro día, en otro momento, durante una sesión, a buen seguro que la manifestación del más allá se habría conver­tido en una posibilidad inquietante.
Que te duela la cabeza después de una sesión no significa que los espíritus te estén atormentando; que escuches ruidos en tu casa cuando estás en la cama no es una advertencia emitida desde el más allá para que no olvides que estás siendo observado. Piensa por un momento que acabas de dejar una experiencia en la que, probablemen­te, crees que has hablado con los muertos, por lo que no resulta descabellado pensar que ahora estás más pendiente de las cosas misteriosas y eres más propenso a pensar que ellos pueden estar en cualquier parte. Pero no te preocupes, no lo están.
Ruidos en las tuberías, chasquidos misteriosos durante la noche, extrañas sombras recorriendo el pasillo... A veces estos sucesos tienen una explicación sencilla y racional y ocurren siempre, pero no cobran importancia y significado hasta que realizamos sesión de espiritismo. Es importante que tras una experiencia no te preocupes demasiado, aunque a veces resulta inevitable. Si el resultado de la sesión te ha impresionado demasiado, intenta distraerte con otras cosas, será lo mejor para tu salud mental. Sucede lo mismo cuando una persona impresionable ve por la noche una película de terror, sobre todo si es un niño. Habitualmente no tiene miedo de cruzar el pasillo de su propia casa por la noche para llegar al baño o a su propio dormitorio, pero en este lo recorre corriendo, encendiendo la luz o con la sensación de que tras las sombras alguien le observa.
Todo depende de cada persona. Al autor le han llegado muchos casos de presuntas anomalías paranormales después de una sesión que no pasaban de ser cosas mundanas mal interpretadas. Además, cuando suceden estas cosas, es decir, presuntos fenómenos paranormales tras una experiencia, suele ocurrir en el lugar donde se ha desarrollado la sesión y no, como cree y cuenta la gente, que tanto los fenómenos como los «espíritus» acompañan a todos y cada uno de los participantes, para acecharlos durante unos días. Nadie se lleva el espíritu consigo.



Interferencias
El muy posible que durante tus sesiones de espiritismo te ocurra algo extraño, y no Importa si llevas poco tiempo en esto o mucho. Podríamos decir que sucede algo que habría que catalogar como «interferencias» y que hace fracasar la experiencia. La ver­dad es que suele ser algo habitual, más en grupos noveles, pero que obliga a pensar y ftflexionar sobre este punto.
I Puedes conseguir una comunicación fluida, donde el «espíritu parlanchín» ofrece fttpuestas amplias hasta que, en mitad de la «conversación», parece perderse el hilo y ti vaso comienza a dar vueltas sin sentido, como si la orientación del «ente» se hubiera atrofiado. A partir de aquí será muy difícil reanudar la sesión. En otras ocasiones, esas «Interferencias» se manifiestan de otra manera. Pondré un ejemplo.
Un grupo de personas se ha reunido para realizar una sesión de espiritismo; en rea­lidad llevan haciéndolo desde hace unos meses, siempre los viernes, por la noche. Aunque les ha costado, hoy pueden presumir de haber conseguido numerosas comunicaciones con, quizá, los espíritus aunque ellos no lo tienen muy claro. En esta ocasión, siguiendo un buen consejo, dejan que el vaso cobre la iniciativa. Nada más poner el dedo sobre el cristal,el pequeño vaso se ha desplazado para colocarse en la parte supe-rio- del tablero, debajo de las letras, donde está escrita la palabra «HOLA». A continua­ción leerás parte de la trascripción de esta sesión:

- ¿Quién eres? YO NO IMPORTO, ¿SABÉIS QUIÉNES SOIS VOSOTROS?
— ¿Qué quieres decir? ¿Dinos tu nombre? NO INSISTAS.
— Vale, como quieras. ¿Quieres comunicarnos algo? VOSOTROS ME HABÉIS LLAMA­DO, PREGUNTAD.
— ¿Podrías decirnos por qué han disminuido los avistamientos de OVNIs en todo el mundo? ESTÁN AHÍ PERO NO LOS VEIS.
— ¿Eres un espíritu? SOY LO QUE TU QUIERAS QUE SEA.
— ¿Estás muerto? YA NO.
- Cuéntanos algo, por favor TENÉIS QUE ESTAR MÁS ATENTOS PARA NO CAER EN LOSBD HFGSTSYIH BCH.
- ¿Puedes repetirlo? CLARO, TENÉIS QUE ESTAR MÁS ATENTOS PARA NCVSG HSHAGAfFSGG
— ¿Por qué no acabas la frase? LO HAGO.
- ¿Has dicho cosas sin sentido? NOJENÉIS QUE ESTAR ATENTOS VCGSY UISH.
— ¿Atentos a qué? ¿Nos va a pasar algo? SOY SATÁN.
— ADIÓS, ADIÓS.

Aquí volvemos al «misterioso idioma de los espíritus» que, como hemos visto más arriba, no es tal. Este punto absurdo del fenómeno es algo que deberíamos profundi­zar en un futuro porque, sin duda, esconde algunas claves para comprender mejor el campo de la vasografía.
No parece lógico que una conversación coherente, con mensajes correctos y bien escritos, de repente se interrumpa por frases inacabadas o palabras inexistentes. Aunque pudiera parecerlo, no se trata de una pérdida de concentración por parte de los participantes ya que, habitualmente, esto es algo que brilla por su ausencia.
Por alguna razón que se desconoce, buenas sesiones parecen estropearse por una especie de «interferencia» que a veces desencadena frases «que no deberían estar ahí». En capítulos posteriores abordaremos la cuestión de la intervención de «diablos» en la ouija, donde comprobaremos que presencias como la de Lucifer, Satán o Belcebú son algo habitual. Pero no te asustes. Pronto descubrirás que no hay motivos para tener miedo. El caso es que a un grupo de adolescentes pueden apa
flcerles, en todas y cada una de las sesiones, frases típicas como: «Soy Satanás», «Os hiblo el Diablo»... es lo más normal del mundo, pero no si le ocurre a un grupo ya Consolidado.
Los jóvenes, sobre todo los que realizan experiencias esporádicas, tienden a escribir, I ve< es, el nombre de Lucifer en la «ouija casera». Esa es una de las razones para que el pretendido demonio se manifieste, aunque todo no sea más que una burda broma, Una pequeña jugarreta, quizá de su mente, quizá de lo invisible. De hecho, en muchas Ocasiones son los propios participantes los que deciden invocar la presencia de Sítanás, pero esas experiencias no nos interesan (de momento) sino las que cuando, lln que venga al caso.es el vaso el que,con total libertad, decide presentarse así o anun­cia, en mitad de la comunicación: «Soy Satán», «Soy el Demonio». Los adolescentes lo tienen asumido y existe la creencia, el rumor, de que la ouija es una práctica peligrosa, porque «hasta el mismísimo demonio puede presentarse». Es raro encontrar a una per-lona joven que no haya sufrido un incidente de este tipo, por otro lado, bastante ino-Ctnte e inofensivo.
Sin embargo, tal y como indicaba, estas «interferencias diabólicas» se pueden pre-Itntar en cualquier momento y eso... ya no es tan normal. Recuerdo que en 2002 rea-ll/ahci una de mis experiencias y nuestro comunicante (que no se identificó) comenzó I hablarnos de un caso que en aquellos momentos estábamos investigando: una casa tnc antada. Facilitó mucha información, parte de ella se pudo corroborar en días poste­riores, otra sin embargo se demostró que era falsa. El caso es que, en un momento cul­minante de la experiencia, cuando las respuestas eran más extensas y profundas, el Viso comenzó a dar vueltas perdiendo cada vez más movimiento hasta que se dirigió hiela las letras para formar un absurdo mensaje: «SOY SATANÁS». En realidad, aquella frase estaba fuera de lugar.
Otro grupo de investigación, bastante experto en estas cuestiones, formado por personas serias cuya única finalidad era la de investigar, trataban de comunicarse, un viernes de octubre de 2006, con seres pretendidamente extraterrestres. En realidad querían recibir informaciones sobre un controvertido asunto, el tema UMMO. Aquella tarde no tuvieron mucha suerte porque, a pesar de que mantuvieron contacto con la misma entidad de otras ocasiones (alguien que respondía al nombre de Bob) ésta no quiso hablar de esa cuestión aunque en la última sesión lo había prometido. Los mensajes hacían referencia a otros temas, más personales para el grupo hasta que, tras más de una hora y media, el vaso se detuvo en seco y al reanudar su movimiento ofreció el sigulente mensaje: «Tened cuidado porque soy el vástago de Satán». Esta frase estaba completamente fuera de contexto y, sin embargo, se produjo, como si se hubiera per­dido la conexión o la identidad de Bob hubiera sido usurpada por otra «entidad».
Desde hace algún tiempo se ha puesto de moda, no entre la juventud pero sí en los grupos de contacto compuesto por veteranos investigadores, realizar grabaciones durante las sesiones de espiritismo y, la verdad sea dicha, es una excelente idea, porque podemos recoger voces y sonidos de origen paranormal, lo que universalmente se conoce como psicofonías. Con un simple grabador depositado junto a la cuija, con algo de suerte y paciencia, se podrían obtener algunos resultados. Para ello, alguno de los participantes debería tomar buena nota de todos los sonidos que se produzcan durante la sesión, porque las voces del vecino, el grito de algún niño en la calle, un rui­do en el piso de arriba o el arrastrar de la silla, podría confundirnos a la hora de escu­char la grabación y tomar como una voz paranormal lo que ha sido un ruido que ha pasado desapercibido. Mi consejo es que si quieres tener resultados de este tipo, pri­mero domines la ouija y después ya podrás adentrarte en otra faceta del misterio, qui­zá más impactante que las experiencias con el tablero.



«Cerrar» la ouija
Si «abrir» o iniciar una sesión es uno de los aspectos más polémicos del fenómeno, a causa de los numerosos rumores que se han propagado por el mundillo bajo el aspecto y normas, «cerrarla» lo es mucho más y es aquí, principalmente, donde la juventud comete graves errores, dejando que la ouija (o el «espíritu» que habla tras ella) adquiera un poder que nunca debe tener.
Cuando los participantes están cansados o se tienen que marchar porque se les ha hecho tarde cometen lo que, a mi juicio, es la peor de los errores. Dejan que la ouija tome la decisión. Esto nunca debe hacerse.
Veamos con un ejemplo, la típica actuación de los jóvenes al querer «despedirse» de los espíritus:

Cinco  jóvenes quieren marcharse ya. Se está haciendo tarde. Uno de ellos, siguiendo las pautas de otras veces, se atreve a formular la petición: «¿Podemos marcharnos?» La respuesta del espíritu no se hace esperar: NO. Los chicos se miran asustados y continúan la experiencia, pidiéndole por favor al ente que les permita marchar, pero el extraño visitante no cede.

Basta con despedirse y levantar el dedo del vaso o la moneda, pero los usuarios tienden a pensar que si no se marchan con el consentimiento de los espíritus, entonces serán desgraciados y sentirán la ira de lo «invisible». Cuando llega esta situación, los participantes, algo asustados, comienzan a actuar de otra manera. Los chicos se miran unos a otros y entonces, el que lleva la voz cantante pregunta: «¿Puedo irme yo?» Y el vaso se Coloca sobre el «SI». El chico, pictórico y sonriente, ante la envidiosa mirada de sus ami­gos, levanta el dedo de la moneda. Entonces, otro de los chicos realiza la misma pregunta y el espíritu responde afirmativamente. Ya solo quedan tres jóvenes con el dedo sobre la moneda. Un tercero pregunta si puede levantarse, pero esta vez la respuesta es «NO». Un jarro de agua fría cae sobre el joven. Sus dos compañeros van preguntan­do uno a uno si pueden abandonar la sesión y a ambos les dice que SI. Se levantan y también, dejando a su amigo solo hablando con el espíritu. El chico ahora está asusta­do y mira a sus amigos que lo esperan en la distancia mientras él, con la moneda bajo tu dedo, trata de convencer al espíritu de que le deje marchar. Se lo pide por favor. «NO», «NO», «NO», «NO».  Al cabo de algunos minutos la moneda le dice: «PUEDES MAR­CHARTE».
Desgraciadamente, esta típica conducta, ha provocado serios problemas. En primer lugar, lo repetiré tantas veces como sea necesaria, porque se le otorga a la ouija y a los comunicantes un poder que nunca deben tener. En segundo lugar porque ha habido muchos casos en los que durante más de una hora ha permanecido un chico solo dentro de un cementerio o en una casa abandonada, esperando a que el dichoso «espíri­tu» le concediera el permiso para marcharse, mientras sus amigos le esperaban en el exterior. Mucha gente lo ha pasado muy mal, ha sufrido y ha sentido miedo por que­darse «atada» a la ouija en solitario, hasta que la «entidad» le permitió marcharse. Lo pasaron tan mal que decidieron no volver a acercarse jamás a uno de estos tableros malditos. Pero la culpa es de ellos porque, como se ha dicho, jamás hay que pedir per­miso para terminar la sesión porque, curiosamente, la ouija tiende a «jugar» con los par­ticipantes y elige a uno o dos de los presentes para mantenerlos «atados». Muchas veces (y es algo que hay que estudiar con más detenimiento) escoge al más impresio­nable y miedoso. Olvídate de preguntas como «¿Se puede marchar Raúl?», «¿Podemos irnos?», «¿Dejas que Carmen abandone la experiencia?», porque las respuestas van a ser del tipo «TÚ NO», «TÚ Sí».
Si quieres dar por finalizada la experiencia basta que, con educación, digas en alto «adiós» o muestres tu intención de marcharte. Piensa que, aparentemente, estás hablando con «alguien», y seguidamente tú y tus amigos podéis levantar el dedo del vaso o de la moneda y marcharos. No es necesario nada más.
A medida que vayas realizando sesiones, te darás cuenta que los presuntos espíritus son reacios a despedirse ya que «siempre quieren hablar» y tratarán de convencerte de que continúes, pero no tienes por qué hacerlo si no te apetece. Recuerda: eres tú quien debe llevar las riendas de la experiencia.

 

ÚLTIMOS PASOS
Es posible que algunos amigos te hayan comentado varias cosas que debes hacer des­pués de haber finalizado una experiencia, bajo la advertencia de que si no lo haces correctamente, la «puerta» que has abierto puede quedarse abierta y, entonces, las cala­midades y las desgracias pueden suceder porque, a través de esa puerta invisible, pue­den cruzar «espíritus malignos», «entidades tenebrosas» e incluso «seres diabólicos» Por eso sería necesario seguir ciertas pautas al pie de la letra. La verdad es que hay una gran variedad de costumbres entre los neófitos; tantas que sería absurdo recogerlas todas aquí, porque no harían más que confundirte. Sin embargo, sí enumeraremos algunas de las más corrientes.

• Hay que soplar tres veces el vaso para evitar que el espíritu se quede prisionero en su interior.
• Es habitual abandonar la «ouija casera» y la moneda en el lugar donde se ha celebrado la sesión, evidentemente cuando son lugares públicos y al aire libre.
• Para que no ocurra nada malo, muchos jóvenes rompen el vaso estrellándolo con­tra el suelo, así el espíritu no quedará encerrado.
• A algunos usuarios les gusta quemar los tableros.
• Una de las extrañas costumbres entre los jóvenes que usan la moneda en vez de un vaso es la de llevarla durante tres días en contacto con la piel, a ser posible entre la ropa interior. Otros doblan la «ouija casera» hasta convertirla en un peque­ño papel y realizan la misma operación. Después de esos tres días se deshacen tanto del tablero como de la moneda.

Todos estos pasos son completamente absurdos; nacen de los rumores, de la mala formación que cruza los pueblos y las ciudades de boca en boca y que se trasmite también a través de Internet. De todos modos, si para tu tranquilidad crees que debes soplar el vaso tres veces, hazlo, tampoco es tan grave; pero recuerda que no es necesario, como tampoco lo es romper el vaso. Es comprensible que nadie se lo quiera llevar I casd y mucho menos beber de él (aunque no pasa absolutamente nada), pero si tienes intención de volver a consultar la ouija, lo puedes guardar en cualquier sitio para utilizarlo en otras ocasiones.
Para que comprendas lo absurdo que es, por ejemplo, quemar la tabla después de la seción (te lo dije páginas atrás), piensa que sólo se hace con las «ouijas caseras», es decir, Con las de usar y tirar, los tableros dibujados en un folio, en un papel. ¿Quién en su sano Juicio quemaría o destruiría un tablero comprado en una tienda y que ha costado unos 10 euros? Si usas siempre un tablero casero puedes hacerte otro pero... dudo mucho que los amantes de quemar ouijas se compren una tabla nueva cada vez que vayan a realizar una experiencia. No resulta nada económico.
Son costumbres adquiridas, arraigadas ya en la cultura popular, y resulta muy difícil ofrecer indicaciones para cambiar esas conductas que si bien no son del todo graves si que resultan completamente innecesarias.
La ouija es una práctica emocionante, pero debes tener siempre presente que eres tú, sólo tú, quien debe manejar la situación y no seguir nunca las indicaciones de los «espíritus» o sus caprichos. Desde el primer momento en que formulas la pregunta ya estás condicionado y nada más notar bajo tu dedo el movimiento del vaso comienzas a ser manipulado porque, aunque te cueste aceptarlo, a pesar de que la tabla se utiliza para hablar con los espíritus, es muy probable que en realidad no sean ellos quienes responden a nuestras preguntas o, al menos, no siempre.


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